APADRINAMIENTOS

En diciembre de 2008, en una de mis primeras visitas a Tsunza, quedé muy impresionada por la deplorable situación de la educación en esa zona. Había un montón de niños que, en horario escolar, pululaban por el pueblo sin nada que hacer. Pregunté, y me contaron que muchos de ellos no eran admitidos en la escuela por no poder comprar el uniforme o zapatos, que eran obligatorios en todas las escuelas de Kenia. También me contaron que los niños no tenían libros, ni material escolar y que algunos escribían las notas en bolsas de plástico, que también usaban de mochila aquellos que tenían libretas. Decidí que no podía quedarme de brazos cruzados, y aun sin saber muy bien qué hacer, tomé fotos de los 22 niños que estaban más cerca, y les prometí buscar ayuda.

Preparé un PDF y mandé las fotos a todos mis amigos y familiares con la esperanza de que pudieran aportar algo al año para que estos chavales pudieran adquirir una educación de mejor calidad.

Seis meses después, en verano de 2009, todos esos chavales tenían un padrino que se iba a preocupar de ayudarles a tener el material necesario para estudiar. Con esa pequeña cantidad de 65 euros al año por niño, les compramos los zapatos, el uniforme, los libros de cada materia, 5 libretas a cada uno, estuche, lápices, bolis, colores, calcetines, chanclas, mochila y todo el material que vimos necesario para estudiar. Tomamos foto de otros 30 chavales y, en julio de 2010, más de 60 estudiantes ya tenían quien les ayudara a adquirir material escolar y algunos estudiantes de secundaria incluso consiguieron padrinos para entrar en el instituto, que es de pago obligatorio en Kenia.


El Programa de Apadrinamientos de Children of Africa había empezado. Hoy en día, 2 años después, ya tenemos a más de 160 niños apadrinados, hemos conseguido llevar a dos chicos a la universidad y a muchísimos a secundaria. Lidia Belascoain (una voluntaria de 2009) es ahora la que nos ayuda a registrar, tomar fotos, mandar las cartas a los padrinos y todo el trabajo que conlleva organizar a tantos padrinos y niños, convirtiéndose en la responsable de este departamento aun sin recibir nada a cambio, más que la satisfacción de hacer lo que cree que se debe hacer.