CHILDREN OF AFRICA: octubre 2009

Después de apadrinar a más de 30 niños a lo largo de un año, este verano 2009 tomamos los nombres y fotos de 20 niños y niñas más que necesitarán de la ayuda de padrinos para permitirse acudir a la escuela primaria. Sólo 60 euros al año son suficientes para cubrir las necesidades (al menos las más básicas) por tal de ir a la escuela y para proveerles de uniforme, zapatos, material escolar, etc.

TSUMZA MKAMBE, 7 años (apadrinado)

TINAH MYIKA, 5 años (apadrinada)

SOPHIE DECEMBER, 7 años (apadrinada)

SIDRA HAMISI, 2 años (apadrinada)

SAMY WILLIAM, 1 año (apadrinado)

RUKIA RUMBA, 4 años (apadrinada)

PHILIP MNYIKA, 8 años (apadrinado)

NURU HAMISI, 15 años (apadrinada)

MWANAMISI SHABAN, 17 años (apadrinada)

MAPENZI MUNGA, 15 años (apadrinada)

MANDELA MNYIKA, 15 años (apadrinado)

LUCKY DECEMBER, 6 años (apadrinado)

KAPHENI MKAMBE, 6 años (apadrinado)

KAJIMBI MKAMBE, 14 años (apadrinado)

JUMA MKAMBE, 12 años (apadrinado)

EASTHER MADAFU, 6 años (apadrinada)

DALU MNYIKA, 9 años (apadrinado)

CHARI SHABAN, 15 años (apadrinada)

ABUU MOHAMED, 3 años (apadrinado)

En verano del 2009, un grupo de voluntarios de diferentes países (España, Reino Unido y Alemania) decidió acompañarnos y ayudar a llevar y distribuir el material escolar a los niños apadrinados. Maria, Nicola, Rachel, Lidia y Laura vinieron juntas en la primera visita al pueblo este año, y no sólo ayudaron apadrinando a los niños, sino que también contribuyeron a la comunidad pagando a los aldeanos locales para disfrutar de su música y danzas tradicionales. En una segunda expedición, Rebeca, Cristina y Martina también colaboraron llevando medicamentos, ropa y juguetes que ellas habían traído de España. Los aldeanos agradecieron mucho su ayuda, ya que no suelen recibir voluntarios.

LA ESENCIA DEL VOLUNTARIADO

"Un voluntariado no es una oportunidad que se nos da a los blancos, ricos y desarrollados habitantes de países occidentales para que vivamos una gran experiencia que nos llene por dentro. De hecho, me parece inaudito que nosotros nos permitamos el lujo de soñar con experiencias "extrasensoriales", cuando estas gentes de pueblos en vías de desarrollo con lo único que pueden permitirse soñar es con ponerse un trozo de pan en la boca algún día.

Un voluntariado no es una egoista oportunidad para saciar nuestros egos, ni nuestras ansias de viajar, de conocer, de experimentar, etc. Un voluntariado es una oportunidad que se crea el voluntario para aportar incondicionalmente su ayuda, su tiempo, su dinero y sus esfuerzos a personas que realmente lo necesitan, de intentar cambiar una pequeña, pequenísima parte del mundo.

Por consiguiente, un voluntario no debería nunca permitir convertise en una carga extra para aquellos a quienes quiere ayudar. Sencillamente porque es incoherente. Un voluntario debe ser un alivio, agua sobre el fuego, azúcar sobre la acidez que predomina en sus duras realidades, una mano tendida, un bálsamo para las heridas, un suspiro de tranquilidad...

Entonces, cómo es posible que pensemos en que el dinero de una asociación debe ser destinado, antes que nada, a pagar nuestros billetes de avión (que suelen rondar los 1000 euros), dinero con el cual se pueden cambiar tantísimas cosas en un orfanato, en un pueblo, en una vida humana? Cómo podemos esperar que una casa, a la que vamos a ayudar porque tiene problemas para conseguir llevar a más de 50 niños a la escuela, darles de comer, de beber, de vestir, etc, etc, etc... nos acoja por amor al arte, convirtiéndonos en una boca más, más suciedad que limpiar, más gente a quien atender? No es lo mismo hacer de voluntario en tu propia ciudad que en otro país y viviendo en casa de otro. Aquí, podemos aportar nuestro tiempo y esfuerzo 100% y luego volver a casa donde ya tenemos todo cubierto. En África, para convertirnos en ayudantes, hace falta algo más.

Al llegar a un orfanato, nos convetimos en parte de él, en un habitante más. Eso significa más comida, más agua, más electricidad (los voluntarios quieren cargar el móvil, claro), más suciedad, más detergente, más sábanas, etc, etc, etc. Está claro que es muy hermoso que los occidentales tengamos tan romántica idea de ir a aportar nuestro amor y nuestro cariño enorme a esas gentes, de pasar tiempo a su lado y de compartir nuestros conocimientos con ellos. Pero hay algo que no se puede olvidar: EL AMOR NO ALIMENTA.

Llevo 4 años pasando por Kenya y conviviendo con sus gentes, y te aseguro que agradecen enormemente (en especial los niños pequeños que no tienen familias y que son los más necesitados) el tiempo que pasas con ellos, que les escuches, que juegues con ellos... Pero por más que estés abrazándoles con immenso amor, si en ese momento les suenan las tripas y no tienen nada que ponerse en la boca, tu gran amor quedará reducido a cenizas. Y es normal, el ser humano solo puede permitirse el lujo de amar, soñar, y filosofar cuando tiene sus necesidades básicas cubiertas. Aquellas necesidades que nos clasifican aún en el reino animal: beber, comer y dormir. El resto es secundario y sólo se nos permite a los "barrigas-llenas".

Con lo cual, con mi barriga llena, me permito un sueño: llenar la suya para que puedan soñar. Y sólo hay una manera de hacerlo, aquella en que todos los gobiernos del mundo deberían trabajar, pero en que nunca lo harán, invirtiendo dinero en sus infrastructuras, en proyectos auto-sostenibles que les aporten autonomía y calidad de vida, y sobretodo, SOBRETODO, en cambiar su educación (desde la construcción de escuelas a la formación de profesores y maestros en valores humanos fundamentales). Para todo eso, hace falta dinero e ideas, a parte de las horas y el esfuerzo personal. La idea de realizar tu experiencia personal a través de un voluntariado debe desparecer, ya que, aunque de un modo más positivo, a mi modo de ver, sigue siendo puro egoismo.

Susanna

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