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APADRINAMIENTOS



Como cada año, los voluntarios de Children of Africa dedicamos una parte de nuestro tiempo en Kenia para adquirir, organizar y distribuir el material escolar de nuestros niños y niñas apadrinados. 

En poco más de dos años que llevamos de programa de apadrinamiento, la cifra ha ascendido ya a 170 apadrinados. Asi que no fue tarea fácil conseguir todo el material y organizarlo sin demasiados errores. 

Esta vez decidimos mejorar un poco el procedimiento y en lugar de ir a la zapatería con un monton de folios llenos de pies dibujados, conseguimos que viniera uno de los vendedores con su medidor y tomar directamente la medida del pie de los niños, en una jornada del mes de julio en que les reunimos y aprovechamos también para tomar las medidas del uniforme y actualizar su información escolar.
Aun asi, no fue hasta la primera semana de agosto que conseguimos reunir todo el material incluyendo los cinco libros (uno por cada materia que dan: ingles, matematicas, ciencias, sociales y Swahili), 6 libretas, estuche, mochila, colores, lápices, gomas, sacapuntas, regla, carpetas, calcetines, uniformes escolares, zapatos, calculadoras, diccionarios, etc.
Una vez repleta la cocina que recién construimos en 2011 hasta los topes de cajas con mas de 600 libros, que tardamos dos semanas en forrar uno por uno; repleta de zapatos, diccionarios, calculadoras, mochilas y demás material escolar, toco la ardua tarea de rellenar mochila tras mochila, una a una, para que cada niño recibiera su material correspondiente, comprobando que el numero de zapato fuera el correcto, que no le faltara ningún libro, que los calcetines fueran de la talla adecuada, etc.
 Evidentemente, eso es una gran utopia: Mas de 6 pares de zapatos se tuvieron que cambiar antes incluso de ser distribuidos (tarea que le toco a Dody), otros cuantos no se encontraban por ninguna parte, alguna mochila se rompia antes de hora, había mas calcetines grandes que pequenos, hubo que volver a la librería a cambiar libros que sobraban por otros que faltaban… Pero esa es la salsa de los apadrinamientos tsunzianos: cuanto mas personalizado, mas complicado y cuanto mas complicado, mas divertido.

Y el dia 19 llegoo. Nos levantamos algunos a las 6am y otros a las 7am. Pablo, Aina y Susanna, pasaron varias horas de la noche anterior preparando las hojas en blanco con los nombres de los padrinos y de los niños para que, llegado el dia, pudieran dibujarles algo o escribirles una carta, las mochilas ya se habia preparado correctamente, las galletas y zumos preparados, cada voluntario tenia su tarea asignada (algunos repartirían los zumos y las galletas, otros las mochilas, otros ayudarían a los nenes a dibujar y escribir a los padrinos, otros les harian actividades de entretenimiento, etc.), todos los preparativos a punto…

Sin embargo, después de mas de un mes sin ver la lluvia, ese dia fue el escogido para diluviar. Y ahí estaban, las mas de 150 mochilas, expuestas una tras de otra (después de la agotadora tarea de ordenarlas alfabéticamente), sobre las esterillas de rafias, tras la cocina, todas esperando a ser entregadas; la zona debidamente acordonada, los nenes dibujando y jugando con otros voluntarios, ajenos a lo iba a pasar. 


En cuestión de segundos, el diluvio universal. Y el espectáculo del trabajo en equipo mas grande del mundo, ante nuestros ojos: cada niño sale corriendo de la biblioteca como alma al viento y agarra dos, tres y hasta cuatro mochilas a la vez y, visto y no visto, en cuestión de menos de un minuto, estaban todas en el porche del dispensario.
 

Y con la naturalidad, paciencia y espontaneidad característica de Tsunza, se cambioo de planes sin mas divagación: distribución del material escolar en el dispensario. Y asi empezaron las mas de 3 horas de evento en que, primero se dio una charla sobre la importancia de la educación y del cuidado del material escolar, seguidamente se fue llamando niño por niño para darle su mochila con el material, para proseguir a una sala a ponerse el uniforme y tomar una foto para su padrino/a.

A la salida, Laura, Valentina, Aina y Mary les entregaban un vasito de zumo y unas galletas, y les mandaban a jugar o a seguir pintando para sus padrinos. 

Cerca de las 4 de la tarde era cuando nos percatamos del hambre que teníamos mientras íbamos limpiando el dispensario. Y que contentos nos pusimos cuando nos encontramos un plato de arroz pilau en la mesa, cortesía de las mujeres del pueblo que, agradecidas por nuestra ayuda, no querían dejarnos desfallecer. 




LUTSANGANI 4 LIFE PROJECT



Lutsangani for Life es la continuación/expansión del proyecto de prevención del SIDA que se inició el año pasado bajo el nombre de Tsunza for Life, cuyo objetivo principal es la promoción de hábitos saludables para prevenir esta enfermedad que afecta alrededor de un 33% de la población en esta zona.

 
Esta vez el evento tuvo lugar el 18 de agosto en la Lutsangani Primary School y contó con la participación y concursantes de tres escuelas de la zona: Dzivani Primary School, Tsunza Primary School y Lutsangani Primary School. 

Durante la jornada se realizaron cuatro charlas (una por cada nivel escolar y otra para los padres) sobre la prevención del SIDA realizadas por cuatro jóvenes del pueblo: Priscila, Saidi, Mwingo y Salome, quines asistieron previamente a tres sesiones formativas con Anna Planas, nuestra voluntaria reincidente y organizadora del anterior Tsunza for Life y del nuevo Lutsangani for Life.

Ana se encargo, tanto el año pasado como este año, de diseñar el cuerpo de contenidos de las charlas preventivas, los folletos informativos, el powerpoint, el evento y de formar a los cuatro voluntarios que darían las charlas. Así como también de organizar al resto de voluntarios para que estuvieran a cargo de alguna tarea durante el evento, de la adquisición y entrega de premios y de la evaluación del proyecto.

El evento tuvo un éxito rotundo, sobretodo gracias a la gran participación y buena comunicación con los docentes de la escuela que hospedaba este año el evento y al equipo de Children of Africa. Mientras se llevaban a cabo las charlas por grupos en una de las clases, los otros voluntarios organizaron todo tipo de juegos con el resto de los chicos y chicas, mientras esperaban su turno.

El proyecto consistió en la inscripcion de los alumnos de las tres escuelas a dos concursos (relacionados con la prevención del SIDA): uno de arte y otro de poesía. El día de la final en el concurso de arte cada escuela presentó los cuatro mejores dibujos/posters de sus alumnos, dibujos que tenían como base la prevención del SIDA, incluyendo eslóganes, información sobre la enfermedad, etc. 

En el concurso de poesía cada escuela presentó cuatro grupos de alumnos que, previa practica en su respectiva escuela, tenían que representar su poema delante del jurado, compuesto por 8 voluntarios que puntuaron cada una de las actuaciones. 

Los alumnos ganadores de cada concurso fueron premiados con material escolar, medallas y trofeos. La escuela de Dzivani quedo en segundo lugar gracias al primer puesto conseguido en la sección de poesía y del tercer puesto en la sección de arte.
 
La escuela de Tsunza quedo en tercer lugar con su segundo puesto en el concurso de arte, y la escuela de Lutsangani fue la vencedora absoluta con dos victorias en el concurso de poesía y la primera posición en el concurso de arte. Las escuelas de Lutsangani y Dzivani fueron también premiadas por su gran implicación en el proyecto y su gran trabajo de equipo.

Fue un día de aquellos que no se olvidan, tal vez por la cantidad de gente que el evento reunió bajo una misma causa, tal vez por la gran ilusión y grado de implicación de todas las personas que lo hicieron posible porque creyeron en ello. ¡Muchas gracias a tod@s!


DISPENSARIO MEDICO



El proyecto más importante y que más trabajo ha requerido de parte de todos los voluntarios ha sido el acabado del dispensario médico. Muchas eran las cosas que hacer pero gracias a la ayuda diaria y constante de todos los voluntarios casi todo ha sido llevado a cabo durante los meses de julio y agosto. 

 





En julio Adela, Pedro, Manolo y Lina, que pasaron una semana en Tsunza, se encargaron de comprar la pintura y pintar todo el interior de color crema. 

En agosto se continuó con el grupo grande de voluntarios (14 voluntarios) barnizando el techo de toda la estructura. 

Después tocó retocar la pintura exterior, poner losas en el suelo de los pasillos y perímetro exterior, los zócalos, limpiar todas las salas, poner cristales y telas mosquiteras en las ventanas, etc.
 
Sólo después haber hecho todo esto, fue posible empezar a comprar y montar todos los muebles necesarios para los primeros cuartos (escritorios, sillas, archivadores, muebles con cajones para instrumentos médicos, bancos para la sala de espera...). Desde Nairobi llegó también todo el equipamiento básico necesario para hacer primeras visitas como guantes, camillas, termómetros, fonendoscopio, esfigmomanómetro, otoscopio, martillo médico, kit de suturas… 
 
Al mismo tiempo, se empezó a construir la primera casa para los doctores, requisito indispensable para que el gobierno nos permita la apertura del dispensario. Por último, se acabaron de construir los baños.

Pero quedaba un paso fundamental, que no trajo pocos quebraderos de cabeza: la electricidad. Como los fondos no permitían adquirir todo lo necesario para hacer la estructura eléctrica idónea, hicimos una valoración de cómo cubrir al menos lo más básico (un fluorescente por habitación, algunos en los pasillos, y algunos enchufes). 



Así, conseguimos colocar 6 paneles solares, baterías, cableado que, junto con el generador eléctrico que adquirió Mario con el dinero que recaudo en una fiesta playera solidaria, permitirá al dispensario gozar de una mínima autonomía.    

El trabajo hecho ha sido mucho y en Tsunza siguen trabajando para que todo esté listo para el año que viene y para la apertura tan esperada.


 

 

luminacion equipamiento basico en 6 paneles solares permitiendo de esa manera la iluminaci tambien todo el equipamiento basico

GRUPO DE MUJERES



Durante el voluntariado del año pasado (2011), se creó el grupo de mujeres “Lutsangani 4 Life women’s Group” formado por mujeres de diferentes edades y diferentes aldeas del pueblo de Tsunza, siendo la mayoría de la zona de Nigamba, donde residen los voluntarios. 

El objetivo de este grupo era dar a estas mujeres la oportunidad de ser autosuficientes, ya que la mayoría de mujeres de las áreas rurales de países como Kenia todavía dependen del sueldo del marido, hermano o hijo, si lo tiene. De esta manera aprenderían a tener más autonomía, imaginación e iniciativa, cualidades que, debido a su educación y condición, no habían desarrollado.

A este primer grupo, se le enseñó a hacer pulseras y tobilleras de hilos de colores y se hizo una primera inversión en material (de unos 150 euros) a cargo de la asociación para que pudieran empezar el trabajo. Era tanta la energía y las ganas de trabajar de esas mujeres, que en poco tiempo habían hecho centenares de pulseras. 

Gracias al esfuerzo de voluntarios como Pablo Idoate y Anna Planas, entre otros, el sueño de estas mujeres se hizo realidad y las pulseras se pudieron vender en España, Kenia e Italia. 

En Agosto de 2012, se pudo entregar en mano a la Presidenta del grupo el importe recaudado, más de 1500 euros que deberían gestionarse ellas mismas e invertirlo en material para seguir con el negocio, y así lo hicieron; a la semana siguiente, compraron dos máquinas de coser para coser ellas mismas los uniformes escolares.  

Visto el éxito que había tenido el primer grupo, otras mujeres del pueblo empezaron a animarse y a solicitar su inclusión en el grupo. Sin embargo, en lugar de incluirlas en el antiguo grupo, decidimos crear un segundo grupo nuevo, el cual tomó por nombre “Kata na Shona raising group” que en swahili significa corta y cose. 

Este grupo está formado por 20 mujeres de diferentes edades y ellas mismas se organizaron asignando una presidenta, vicepresidenta, secretaria, vicesecretaria y tesorera. Fue tanto el interés de las mujeres de Tsunza por participar en este grupo de trabajo, que tuvieron que poner un límite de 20 miembros, ya que de no ser así, cada día se unían más.        


Las voluntarias Anna, Valentina y Aina se reunían con ellas varias veces por semana y les enseñaron a organizar y cuidar el material, dibujar patrones y coser a mano. Algunas mujeres ya sabían coser y eso facilitó que entre ellas se fueran ayudando y enseñando.

Se pensó que sería buena idea utilizar las coloridas telas que usan para vestirse y transportar bebés así que Aina invirtió parte del dinero recaudado en Barcelona para comprar las telas, hilos y agujas para que pudieran empezar a trabajar, y antes de que las últimas voluntarias marcharan de Tsunza, las mujeres ya habían cosido a mano centenares de modelos diferentes de neceser, estuches, fundas para el móvil y bolsas.