El voluntario Pablo
Idoate había recibido donaciones de familiares y amigos para ser utilizadas
allí donde se viera mayor necesidad. Al llegar a Tsunza, Pablo preguntó dónde
podían ser mejor utilizados esos fondos. Y es aquí donde nacieron dos proyectos
sencillos pero muy útiles y gratificantes.
Tras una exploración
por las casas de algunos aldeanos se comprobó que en alguna casa más necesitada
los miembros de la familia dormían sobre tablas o directamente en el suelo y en
condiciones inimaginables. Así que decidieron utilizar parte de esas donaciones
en adquirir 8 colchones, cada uno con un coste de 20 euros. De esta simple
forma cambiaron las noches de 3 familias de Tsunza, la de Beruwa, la de los huérfanos
Lucky y Sophie y la de la familia Mashanga.
En ese rastreo en busca
de familias más empobrecidas, se encontraron con la casa de los Mashanga, en la
aldea de Kwa Bora. En poco más de 7 metros cuadrados “vivían” un matrimonio, la
abuela y cinco hijos. Llamaba especialmente la atención ver la alegría y conformismo
con el que se tomaba la familia su precaria situación. Así que no dudamos ni un
segundo en pagar la construcción de una nueva casa de adobe mucho más
consistente con tres habitaciones, similar a otras casas de la aldea pero mucho
más resistente.
Llama poderosamente la atención cómo con 250
euros puede cambiar totalmente la vida de una familia. De hecho, este caso ha
hecho plantearse a la asociación dirigir esfuerzos venideros a reubicar a
familias especialmente pobres en casas dignas para vivir.
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