Como cada año, los voluntarios de Children of Africa dedicamos una parte de
nuestro tiempo en Kenia para adquirir, organizar y distribuir el material
escolar de nuestros niños y niñas apadrinados.
En poco más de dos años que llevamos de programa de apadrinamiento, la cifra
ha ascendido ya a 170 apadrinados. Asi que no fue tarea fácil conseguir todo el
material y organizarlo sin demasiados errores.

Una vez repleta la cocina que recién construimos en 2011 hasta los topes de
cajas con mas de 600 libros, que tardamos dos semanas en forrar uno por uno;
repleta de zapatos, diccionarios, calculadoras, mochilas y demás material
escolar, toco la ardua tarea de rellenar mochila tras mochila, una a una, para
que cada niño recibiera su material correspondiente, comprobando que el numero
de zapato fuera el correcto, que no le faltara ningún libro, que los calcetines
fueran de la talla adecuada, etc.

Sin embargo, después de mas de un mes sin ver
la lluvia, ese dia fue el escogido para diluviar. Y ahí estaban, las mas de 150 mochilas, expuestas una tras de otra (después
de la agotadora tarea de ordenarlas alfabéticamente), sobre las esterillas de
rafias, tras la cocina, todas esperando a ser entregadas; la zona debidamente
acordonada, los nenes dibujando y jugando con otros voluntarios, ajenos a lo
iba a pasar.
En cuestión de segundos, el diluvio universal. Y el espectáculo del trabajo en equipo mas grande del mundo, ante nuestros ojos: cada niño sale corriendo de la biblioteca como alma al viento y agarra dos, tres y hasta cuatro mochilas a la vez y, visto y no visto, en cuestión de menos de un minuto, estaban todas en el porche del dispensario.
En cuestión de segundos, el diluvio universal. Y el espectáculo del trabajo en equipo mas grande del mundo, ante nuestros ojos: cada niño sale corriendo de la biblioteca como alma al viento y agarra dos, tres y hasta cuatro mochilas a la vez y, visto y no visto, en cuestión de menos de un minuto, estaban todas en el porche del dispensario.

Y con la naturalidad, paciencia y espontaneidad característica de Tsunza, se cambioo de planes sin mas divagación: distribución del material escolar en el dispensario. Y asi empezaron las mas de 3 horas de evento en que, primero se dio una charla sobre la importancia de la educación y del cuidado del material escolar, seguidamente se fue llamando niño por niño para darle su mochila con el material, para proseguir a una sala a ponerse el uniforme y tomar una foto para su padrino/a.
A la salida, Laura, Valentina, Aina y Mary les entregaban un vasito de zumo
y unas galletas, y les mandaban a jugar o a seguir pintando para sus padrinos.
Cerca de las 4 de la tarde era cuando nos percatamos del hambre que teníamos mientras
íbamos limpiando el dispensario. Y que contentos nos pusimos cuando nos
encontramos un plato de arroz pilau en la mesa, cortesía de las mujeres del
pueblo que, agradecidas por nuestra ayuda, no querían dejarnos desfallecer.
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